Emma Zunz - Jorge Luis Borges
Relato Metadiegético:
Trama: Narrativa
Función: Informativa
Contexto: Es la carta que recibe Emma, desde Brasil del compañero de pensión de su padre.
PRODUCCÍON:
Más allá de la venganza
Emma Zunz, de Jorge
Luis Borges
Jorge Luis
Borges no escribió cuentos para pasar el rato. Los escribió para que el lector
piense, dude, se incomode. Por eso, cuando uno lee Emma Zunz, no puede quedarse
con la primera historia que aparece, la del crimen justificado. Hay algo más.
Siempre hay algo más con Borges. Y ahí es donde empieza lo interesante: lo que
parece una venganza por la muerte del padre, en realidad es mucho más profundo.
Es una historia de abuso, de silencio y de odio acumulado.
Desde el principio, Emma Zunz se nos presenta como una
chica de apenas diecinueve años, pero con una carga emocional tremenda. Trabaja
en la misma fábrica donde su padre, Emmanuel Zunz, fue acusado de robar dinero
por culpa de su jefe, Aarón Loewenthal. Tras el escándalo, Emmanuel se exilia
en Brasil. Años después, Emma recibe la carta que lo cambia todo: su padre se
suicidó. Y esa es la chispa que enciende el plan.
Pero
lo más fuerte del cuento no es el asesinato de Loewenthal, sino cómo lo hace.
Emma decide tener relaciones con un marinero para simular una violación y así
justificar la muerte de su jefe. Y ahí es donde muchos se quedan: con la
frialdad del plan, con la lógica de la justicia por mano propia. Pero si uno
presta atención, se da cuenta de que hay algo más oscuro detrás. Porque Emma no
actúa solo por su papá. Lo hace también por ella misma.
Hay una frase
clave en el cuento que para mí cambia todo el enfoque: “Ante Aarón Loewenthal,
más que la urgencia de vengar a su padre, Emma sintió la de castigar el ultraje
padecido por ella”.
Esa línea no se
puede ignorar. Borges no la pone porque sí. Nos está diciendo que Emma también
fue víctima. ¿De qué? Esa es la parte que no se dice directamente, pero se
intuye. A lo largo del cuento, aparecen pistas de que Emma pudo haber sufrido
algún tipo de abuso en su infancia, posiblemente en el contexto familiar.
Cuando recuerda la casa de Lanús, por ejemplo, aparece una vidriera con
losanges amarillos. Más adelante, cuando va con el marinero, aparece el mismo
detalle visual. ¿Coincidencia? Improbable. Borges no deja nada al azar. Es como
si esos dos momentos (la infancia y la experiencia con el marinero) estuvieran
conectados por un trauma que no se nombra.
Otra pista
fuerte es cómo se describe el rechazo de Emma hacia los hombres: “Se habló de
novios y nadie esperó que Emma hablara. En abril cumpliría diecinueve años,
pero los hombres le inspiraban, aún, un temor casi patológico”.
Ese “temor
patológico” no es normal. No es solo timidez. Habla de un miedo profundo, de
algo que dejó marca. Y ahí es donde entra la idea de la misandria, el odio
hacia los hombres, que no nace de la nada. En muchos casos (y esto no es
ficción) viene del abuso, y del sentirse
traicionada por una figura masculina. Como si el relato no se tratara tanto de
vengar a un padre inocente, sino de castigar a los hombres como símbolo de algo
más grande.
A nivel
histórico, la obra está ambientada en 1922, un contexto donde las mujeres que
eran abusadas muchas veces no tenían voz. La vergüenza, el miedo, y el juicio
social, hacían que se callaran. Eso también se nota en la actitud de Emma: ella
no busca ayuda, Planea y hace justicia a su manera. Eso también es parte del
mensaje del cuento: mostrar lo que pasa cuando a una víctima no le queda otra
salida.
Y hay otro
detalle que no quiero dejar pasar: el apellido Zunz. Puede parecer un nombre
inventado, raro, seco. Pero si uno lo mira bien, tiene una forma casi circular.
Empieza y termina con la misma letra. Es como si Borges estuviera diciendo que
el destino de Emma ya estaba definido. Porque en sus cuentos, el destino
siempre juega un rol importante. Y acá, Emma está atrapada desde el inicio.
Atrapada en su pasado.
Para mí, Borges
construyó a Emma no solo como una víctima, sino como una figura trágica.
Alguien que, en lugar de romper el ciclo, termina reproduciendo la violencia
que quiso combatir. Y ahí es donde el cuento duele. Porque uno entiende su
dolor, pero también ve cómo ese dolor la consume y la lleva a mentir, a matar,
y cargar con algo que nunca se va a ir.
Por todo esto,
Emma Zunz no es solo un cuento de venganza. Es un relato que te hace pensar en
el poder de los silencios, en lo que no se dice, y en cómo el dolor puede
transformar a una persona para siempre. Borges no nos da todas las respuestas,
pero deja las pistas. Está en nosotros verlas o no.
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